La religión muchas veces es un vehículo para la riqueza, ¿basta tener una protección mística para salirte con la tuya?
En este episodio de Misterioso Placer, Karla Hernández te lleva a conocer la historia de Adolfo Constanzo, quien nació en Miami, Florida como hijo de inmigrantes cubanos.
Su niñez fue muy difícil: Su madre lo tuvo a los 15 años de edad; y tanto él, como sus tres hermanos, fueron hijos de diferentes padres.
La mayor herencia de su madre fue introducirlo a las creencias del Palo Mayombe, que empezó a practicar desde los 6 años.
El Palo Mayombe es una religión afro-caribeña, nacida de los esclavos en Cuba. Se basa en el balance de la naturaleza y la veneración a los ancestros.
Es de cierta manera similar a la Santería mexicana o al Vudú haitiano, ya que tienen una historia similar.
Algo que sucede con religiones como el Palo Mayombe es que no tienen un sistema de creencias estandarizado, sino que sus prácticas son transmitidas de persona a persona.
Es decir, dos personas pueden practicar la misma religión y tener ideas y prácticas muy diferentes entre sí.
Resulta que el maestro que tuvo Adolfo Constanzo era de los que tenían las ideas más sanguinarias de lo que es el Palo Mayombe.
Así, Constanzo aprendió que el sacrificio y la sangre eran necesarios para el éxito, desde los 6 años.
Después de una época en Miami, tras la muerte de su padre, Costanzo residió en Cuba, lugar donde siguió practicando su religión.
Al llegar a México, luego de cumplir los 18 años, buscó una carrera en modelaje pero no encontró oportunidades en ese campo.
Sin embargo, gracias a su práctica religiosa, pronto se haría de una reputación como médium, curador y clarividente.
incluso, aseguró a sus seguidores que había tenido visiones sobre el intento de asesinato del presidente estadounidense Ronald Reagan.
Entre sus clientes tenía a actores, políticos, policías y a los más peligrosos de todos: narcotraficantes.
Tan exitoso se volvió que mudó sus operaciones al desierto de Matamoros, en un rancho llamado Santa Elena.
Pero la verdadera expansión de su poder se debió a familias influyentes.
Así, inició relaciones de negocios con una, a la cuál las autoridades solo se referían como los “Calzada”
Sin embargo, al conocer los negocios de Adolfo Constanzo con el narcotráfico, lo rechazaron…
En un giro macabro de los hechos, tras su conflicto con Costanzo, los cadáveres de los Calzada serían encontrados tirados en la calle en un estado terrorífico.
A los cuerpos les faltaban partes, como dedos y orejas. Lo más extraño y aterrador fue que a los cadáveres también les faltaban los cerebros e, incluso, a uno le había sido quitada la columna vertebral.
A la par que este tipo de rituales con sangre y sacrificios, la influencia de Constanzo comenzó a crecer.
Durante este tiempo tuvo muchos colaboradores, pero la más famosa de todos fue Sara Aldrete, de la cúal se hizo una miniserie llamada: “Narcosatánica”.
Ella fue nombrada la “madrina”, y dentro del grupo, se encargaba de dirigir los ritos en la ausencia de Constanzo.
Estos ritos usualmente requerían del sacrificio de algún animal, aunque los más poderosos requerían que fuera una persona.
Los restos de estos sacrificios eran colocados en la fuente de poder de Constanzo: la Nganga.
Esta es una parte muy importante para la práctica de Palo Mayombe: se trata de un caldero de hierro donde se colocan huesos, tierra de panteón u hospital, palos de madera y muchas cosas más para realizar rituales.
La tortura, en el culto mayombe, es esencial para que el alma de la víctima tema a su verdugo para toda la eternidad.
A las víctimas de Costanzo se les castraba, les arrancaban los dedos y los pezones con unas tijeras de podar y los despellejaban en agua hirviendo.
Algunos aún respiraban cuando les abrían el pecho con un machete de caña y les arrancaban el corazón.
Así, la Nganga de Adolfo Constanzo pronto se llenó de restos humanos y sangre.
Estos ritos se volvieron famosos entre los poderosos, ya sea para la buena suerte de actores y políticos, o para decirle a los narcotraficantes el momento ideal para transportar droga.
El cártel al cuál más le trabajaba era el de los Hermanos Hernández.
Conociendo la fama de los carteles, para pagar por estos servicios, ellos debían estar convencidos de la efectividad de la magia de Constanzo.
Esto continuó hasta que un el ex aspirante a modelo cometió un asesinato que acabaría con su reinado: mató a un gringo.
El nombre de la víctima fue Mark Kilroy y su fallecimiento atrajo la investigación a las autoridades estadounidenses.
Así cayó Serafín Hernández, uno de los narcosatánicos.
Fue arrestado sobrepasando el límite de velocidad, en posesión de drogas y armas de fuego.
Una vez detenido, Serafín no tuvo reparos en señalar el rancho donde operaban, convencido de que la protección de la magia sería suficiente para detener a las autoridades: Costanzo, en su calidad de vidente, seguro los vería venir.
Los policías pronto llegaron al rancho, arrestando a todos los presentes y descubriendo los cuerpos de 20 personas en la propiedad, muchos de estos restos en la Nganga.
Sin embargo, Adolfo Constanzo consiguió escapar junto con unos pocos seguidores a Ciudad de México, escondiéndose en un complejo departamental.
Años después, fueron descubiertos por error: Unos policías atendían una llamada por violencia doméstica en el mismo edificio y Adolfo creyó que venían por él.
Le ordenó a uno de sus seguidores que disparara contra la policía, lo cual desencadenó una balacera.
Al final, desesperado, le pidió un último favor a sus seguidores: Que le dieran un disparo en la cabeza, para que jamás fuera a prisión.
Resultó que el misticismo del Palo Mayombe no le alcanzó para vislumbrar que tendría ese absurdo final.
Fue así que Adolfo Constanzo descubrió que la religión muchas veces es un vehículo para la riqueza, pero no basta tener una protección mística para salirte con la tuya.