Misterioso placer: Carlos Robledo Puch – El Ángel de la muerte

¿Cómo es posible que un joven con un rostro angelical se convirtiera en uno de los asesinos más despiadados?

En la historia criminal de Argentina, hay un nombre que resuena con especial fuerza: Carlos Robledo Puch, conocido como “El ángel de la muerte”. 

Carlos nació en Buenos Aires en 1952, en una familia de clase media. 

Desde pequeño, su aspecto delicado, sus cabellos rubios y ojos claros le otorgaron el apodo que lo acompañaría toda su vida: “El ángel”. 

Sin embargo, detrás de esa apariencia inocente, se ocultaba una mente perversa.

A los 19 años, Robledo Puch comenzó una escalada de crímenes que aterrorizó a su país entre 1971 y 1972. 

En solo un año, cometió 11 asesinatos, además de robos, violaciones que incluyeron a un bebé. 

Lo más perturbador de su caso es que todos sus crímenes los cometió sin mostrar ningún remordimiento. 

Como un auténtico depredador, elegía a sus víctimas con total frialdad, disparándoles en la cabeza mientras dormían.

El apodo que lo ha inmortalizado proviene de la contradicción que representaba su imagen: un joven de rasgos angelicales, con un historial de crueldad indescriptible. 

La sociedad argentina se horrorizó cuando se conoció su identidad, al ver que alguien con una apariencia tan inofensiva podía esconder un alma tan oscura.

“El ángel de la muerte» no actuó solo. 

En sus primeros crímenes lo acompañó Jorge Ibañez, su cómplice y amigo. Juntos, se dedicaban a robar locales y asaltar casas. 

Sin embargo, en algún momento, Robledo decidió que solo robar no era suficiente: comenzó a asesinar a las víctimas de sus robos, sin ningún motivo aparente más que el Misterioso Placer de quitarles la vida.

La fórmula era simple: entraban, robaban, su cómplice abusaba sexualmente de las mujeres, y Puch ejecutaba a todos.

Durante uno de sus robos, Jorge Ibañez murió, supuestamente en un accidente. 

Hoy se sospecha que “el ángel” lo mató para no dejar testigos.

La brutalidad y la frecuencia de sus asesinatos hicieron que la policía comenzara a rastrear a Robledo, sin mucha suerte. 

Mientras tanto, el “ángel de la muerte”, consiguió a un nuevo cómplice: Héctor Somoza.

Juntos, entraron a una ferretería, donde asesinaron al vigilante e intentaron abrir la caja del dinero con sus llaves. 

En una situación confusa, en la que aparentemente Robledo Puch se sobresaltó, asesinó de un disparo a su cómplice. 

Intentando dificultar la tarea de reconocimiento de la policía, tomó un soplete y quemó la cara del cadáver de Somoza, recogió el botín y huyó de la escena.

El problema fue que, por alguna razón, en el pantalón de su cómplice estaba su identificación, lo que llevó a su captura.

Por un descuido, el “ángel de la muerte” cayó en manos de la justicia cuando tenía solo 20 años de edad.

Durante su juicio, lo que más impactó fue la frialdad con la que relataba sus crímenes. Lejos de sentir arrepentimiento, Robledo Puch se mostraba indiferente. 

Sus palabras al tribunal fueron contundentes: “que conste: maté siempre por la espalda”; “matar por la espalda me venía bien” y “¿qué querían que hiciera, que los despertara?”

El juicio contra “el ángel de la muerte” culminó con una condena a cadena perpetua, convirtiéndose en el preso más joven de la historia penal argentina en recibir esa sentencia. 

Se le encontró culpable de diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, diecisiete robos, dos raptos y dos hurtos.

Desde entonces, Robledo Puch ha intentado muchas veces conseguir su libertad condicional. 

Incluso, en noviembre de 2013 pidió que se revisara la sentencia o que lo ejecutaran con una inyección letal, a pesar de que la pena de muerte no puede ser aplicada en Argentina.

En su último intento, en 2016, le preguntaron qué haría si recuperara su libertad y la respuesta no lo ayudó: Amenazó con asesinar a la entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

Por supuesto, todas sus solicitudes han sido rechazadas tras más de 50 años en la cárcel.

Caras vemos, perversiones no sabemos.

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02/05/2024

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